Charles recibe el encargo de ir a comprar caballos al rancho de Bret Harper. Honesto y hospitalario, lo ajoja en su casa percibiendo la infelicidad en la que vive sumida su familia porque él se culpabiliza de la muerte de su hijo, causada por una caída del caballo. Refugiado en su trabajo y en el alcohol desatiende a su mujer y a sus otros hijos que ven en Charles al esposo y padre que necesitan.
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